Las personas inseguras a menudo experimentan altos niveles de estrés y ansiedad, que pueden tener un impacto negativo en su salud física y mental. El estrés crónico puede provocar inflamación, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otras afecciones graves. Además, la ansiedad puede interrumpir el sueño, la alimentación saludable y la actividad física, lo que contribuye aún más a los problemas de salud.
Además, las personas inseguras pueden estar menos dispuestas a buscar atención médica o seguir los consejos de los profesionales de la salud debido a su temor a ser juzgadas o criticadas. Esto puede llevar a un diagnóstico tardío o un tratamiento inadecuado, lo que puede empeorar los problemas de salud y acortar la esperanza de vida.
Por último, las personas inseguras pueden tener dificultades para establecer y mantener relaciones saludables, lo que puede aislarlas y privarlas de apoyo social. La falta de conexión social se ha relacionado con una mayor mortalidad y una menor esperanza de vida.