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Mindfulness: el arte de “soltar”

¿Cuántas veces has repetido una conversación o una pelea en tu mente? ¿Cuántas veces al día te detienes a pensar cómo estás y qué es lo que sientes? La mayoría de las personas respondería que muchas a la primera consulta y pocas a la segunda interrogante. Esta costumbre de repensar el pasado y no prestar atención al tiempo presente es uno de los causantes del estrés del ser humano.

Es necesario que aprendamos a gestionar mejor nuestras emociones. Si nosotros somos capaces de ir tomando conciencia de nuestro cuerpo, de nuestros pensamientos y de nuestras emociones, podremos manejarnos de una forma distinta, lo que nos permitirá no ‘engancharnos’. Una emoción, si no nos aferramos a ella, está demostrado que dura un minuto y medio. ¿Cuántas veces una emoción se ha trasformado en un conflicto que hemos arrastrado semanas, meses o quizás toda la vida? Nosotros nos aferramos a ese recuerdo de ‘lo que me dijo’ o ‘lo que me pasó’, etc., y le damos fuerza, le ponemos nuestra intención y lo vamos manteniendo ahí. Somos nosotros los que hacemos eso”, explicó la Dra. Olga Lasaga, en la II Jornada de Calidad de Vida y Familia realizada en la Universidad del Pacífico.

Según la destacada académica, aprender la técnica milenaria del mindfulness es muy beneficioso para enfrentar las situaciones de estrés de mejor manera. “Hay que aprender a soltar, a saber que todo pasa, lo malo y lo bueno. Para tomar conciencia de ello está el mindfulness, una herramienta que nos ayuda a regresar a nosotros mismos. Llevamos toda nuestra vida en estar hacia los demás o hacia el mundo, en nuestra familia, en el trabajo, en nuestras relaciones, etc. Siempre estamos pendientes de los demás y por eso es necesario generar un espacio, al menos diez minutos al día, para reconectarnos con nosotros mismos, darnos ese tiempo, porque al final somos unos grandes desconocidos para nosotros mismos”, explica la Doctora en Psicología por la Universidad de Barcelona.

El mindfulness tiene sus orígenes en la meditación del oriente, la que por movimientos sociales como la “revolución de las flores” o simplemente los hippies se trasladó a Europa, principalmente a Francia e Inglaterra, y luego llegó a Estados Unidos, donde se ahondó más en la técnica y se dio origen a bastantes tipos. El mindfulness se atribuye al estadounidense Jon Kabat-Zinn, quien escribió varios libros sobre el tema.

 

“Cuando ponemos atención e intención en el momento presente, emerge la conciencia. Y ese tomar consciencia nos va a llevar a gestionar mejor las situaciones de estrés. Entre ese momento de la situación estresante y lo que nosotros hacemos hay un intermedio, un pequeño lapsus de tiempo, y allí es donde somos libres para responder. Los factores estresores externos no van a desaparecer de nuestra vida, pero con el mindfulness lo que va a cambiar es nuestra actitud y, al cambiar nosotros, vamos a hacer que cambie todo nuestro entorno. Aprenderemos que hay otras respuestas posibles que podemos dar y que simplemente debemos ser capaces de detectar ese momento inicial y poner en marcha el mindfulness. Las cosas nos suceden, pero nosotros decidimos cómo las afrontamos”, afirma la Dra. Lasaga, instructora en Meditación y Mindfulness por la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal.

Atención e intención: las claves de mindfulness

Para practicar mindfulness no es necesario sentarse en una posición especial, cerrar los ojos o hacer otro tipo de acciones que comúnmente están asociadas a la meditación tradicional. Con esta técnica solo importa que cada uno se conecte consigo mismo y que la mente permanezca en el presente, eliminando pensamientos de tiempos pasados o futuros.

 

“Las claves del mindfullness son la atención y la intención. La atención la pondremos en la respiración, que siempre está ahí y nos acompaña siempre; volver a la respiración nos conecta con el presente, nos devuelve a la conciencia. En una situación de conflicto, de estrés, si somos capaces de regresar a la respiración, de retornar a nosotros mismos en lugar de engancharnos directamente con la situación, tendremos la oportunidad de hacer algo diferente”, asegura la experta.

El mindfulness o la atención plena no se basa en poner la mente en blanco, sino en ser consciente de los sentimientos y pensamientos que afloran cuando nos prestamos atención a nosotros mismos.

A la atención hay que ponerle una intención. Nos vamos a centrar en nuestra respiración con la intención de averiguar cómo nos sentimos, contactar con nuestro cuerpo, con nuestro interior. En segundo lugar, la intención es ver dónde está nuestra mente, qué pensamos, cuáles son los pensamientos que nos vienen a nuestra cabeza y, por último, en nuestros sentimientos y emociones. Y todo esto debemos hacerlo como observadores, lo vemos pasar, sin analizar, sin quedarnos enganchados en ello. Si esa emoción la identificamos y dejamos que corra, se irá diluyendo y va a desaparecer. Es muy importante que comencemos a darnos esa oportunidad”, concluyó la Dra. Olga Lasaga en la II Jornada de Calidad de Vida y Familia realizada en la Universidad del Pacífico.

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